Si estos animales desaparecen, se perderán cerca de 20 millones de años de historia evolutiva.
El responsable es el ser humano y su estilo de vida.
Ciudad de México, 21 de mayo de 2022.-
A finales de abril apareció el primer análisis global sobre la situación de los reptiles en el mundo en la revista Nature y los resultados confirmaron los temores de miles de herpetólogos: de 10 mil 196 especies analizadas (todas las conocidas), 21.1 por ciento está en peligro, ya sea por considerarse vulnerables, amenazadas o a punto de extinguirse.
El estudio, firmado por 52 autores —entre ellos Georgina Santos Barrera, de la Facultad de Ciencias de la UNAM—, tardó 15 años en realizarse y contó con la colaboración de 961 especialistas. “La aparición de este texto es algo esperado desde hace mucho por la comunidad científica”, señala el profesor Julián Velasco, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional.
“Lo publicado ahí no son buenas noticias, pero tampoco una sorpresa”, indica el biólogo quien añade que ante la falta de un estudio exhaustivo como el de Nature, ya se habían realizado trabajos parecidos, con muestras poblacionales aleatorias. Los resultados obtenidos en ese entonces son muy similares a los de ahora: “Uno de cada cinco reptiles está en riesgo de extinción”, puede leerse en el artículo “The conservation status of the world’s reptiles”, de la edición de enero de 2013 de Biological Conservation.
Desde el año 1500 han desaparecido 31 variedades de reptiles y otras 40 podrían estarlo ya. Para el investigador el que hoy aproximadamente mil 829 especies peligren es evidencia de algo advertido por los científicos a últimas fechas: el planeta atraviesa la sexta extinción masiva de su historia y, a diferencia del meteorito que arrasó con los dinosaurios, en esta ocasión el responsable no es un fenómeno natural, sino el ser humano y su voraz estilo de vida.
Se estima que hay ocho millones de especies, tanto de flora como de fauna, repartidas en el globo y, de no hacerse nada, desaparecerán un millón antes de que acabe el siglo XXI, advierte el profesor Velasco.
“En este escenario, los últimos estudios muestran que los reptiles enfrentan un grado de amenaza alto, no tanto como el de los anfibios (40.7 por ciento), pero sí similar al de los mamíferos (25 por ciento) y mucho más elevado que el de las aves (13.6 por ciento). Sin embargo, algo a considerar es que los reptiles tienen áreas de distribución muy acotadas y este factor los pone en un riesgo mucho mayor. El asunto es serio, si estos animales desaparecen se irían con ellos de 15 a 20 millones de años de historia evolutiva”.
Y argumenta:
“Antes no había tantos datos. Hoy tenemos más claridad, sabemos más sobre las zonas de distribución de las especies y el impacto de la actividad humana en ellas. Eso significa que podemos diseñar mejores medidas de conservación. Aún hay tiempo para actuar; eso me hace ser optimista”.
Acciones locales con impacto global
Después de Australia, México es el segundo país con mayor número de especies de reptiles en el mundo. Con 864, alberga al 7.8 por ciento de todas las que hay a nivel global. La presencia de estos animales en territorio nacional es tanta, que incluso hay un reptil representado en nuestra bandera.
No obstante, sabemos muy poco de estos animales debido a que no gozan del “carisma” de aves, mamíferos y anfibios, y a que mucha gente los ve incluso con miedo. “Tomemos el caso de las culebras: en el campo muchos habitantes las matan bajo el argumento de que son venenosas, cuando casi ninguna lo es, y sin considerar que brindan servicios ambientales muy importantes para el ser humano, como el control de plagas”.
En contraste, en Ciudad Universitaria tenemos al tlacuache, otro integrante de la fauna del lugar que, por ser mamífero, le resulta más carismático a la comunidad estudiantil, tanto que recién lanzó una campaña para modificar todos los botes de basura del campus, ya que representan una trampa para ellos.
Este fenómeno suele replicarse en macro, explica el académico, y por ello en México somos más conscientes de los peligros que enfrenta el jaguar por la deforestación que de la amenaza a la que están sometidas los lagartos Abronia —también conocidos como dragoncitos mexicanos— debido al tráfico ilegal de especies, pues debido a su belleza y colorido, en Europa y Estados Unidos hay alta demanda de estos reptiles de escamas espinosas.
A fin de crear conciencia sobre estos hechos, actualmente el investigador universitario desarrolla una serie de herramientas que permiten visualizar el riesgo al que están sometidas las especies, incluso aquellas de las que se habla poco. Se trata de un programa que al ser alimentado con información sobre las áreas de distribución y el impacto de variables como el cambio climático, la deforestación, la introducción de fauna extraña o la caza, calcula cuántas especies hay en un sitio y cuántas podrían perderse a futuro.
“Ello además de ayudar a los especialistas, sería muy útil para personas no expertas como los tomadores de decisiones, quienes de esta manera podrían ver con facilidad dónde y cuáles serían los sitios donde habría que priorizar acciones de conservación y destinar recursos”.
Si bien el profesor Velasco confía en que estamos a tiempo para enmendar el camino, también sabe que esto no será posible sin la participación de las nuevas generaciones. “Ojalá cada vez más jóvenes se interesen en estudiar los efectos del cambio climático, el cambio de uso de suelo y otros factores sobre las especies. Hay poca información sobre esto en México; si logramos generar mayor cantidad de datos será más fácil impulsar y lograr cambios”.