Su impacto sería radical en los ecosistemas, revela estudio del ICML de la UNAM.
Con el IRD se desarrolla un modelo numérico para determinar la razón del fenómeno, destacó Joan Albert Sánchez Cabeza.
Ciudad de México, 26 de marzo de 2022.-
El agua de la Bahía de Mazatlán se calienta más rápido que el promedio de los océanos del mundo. Durante los últimos 40 años se estima una tendencia de aumento en la temperatura, promedio, de 0.57 grados Celsius por década, mayor que el global, revela un estudio del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.
De mantenerse, la temperatura del vital líquido en la zona podría subir hasta siete grados para 2100 y transformar radicalmente el ecosistema, detalla Rapid surface water warming and impact of the recent (2013-2016) temperature anomaly in shallow coastal waters at the eastern entrance of the Gulf of California, difundido por la revista científica Progress in Oceanography.
En la investigación participó un equipo de expertos de la UNAM conformado por Joan Albert Sánchez Cabeza, José Luis Carballo Cenizo, Benjamín Yáñez Chávez y Ana Carolina Ruiz Fernández, de la Unidad Académica Mazatlán; José Gilberto Cardoso Mohedano, de la Estación El Carmen; Carlos Alberto Herrera Becerril, del Posgrado en Ciencias del Mar y Limnología; y León Felipe Álvarez Sánchez, de la Unidad de Informática Marina, todos del ICML.
“Si bien los océanos del mundo se están calentando en promedio a una velocidad de casi dos décimas de grado por década, cifra similar a la del calentamiento atmosférico, vemos en nuestro análisis un número superior a medio grado por cada década; es decir, que cada 20 años la temperatura ha aumentado en un grado. Puede no parecer mucho, porque entre invierno y verano o día y noche hay muchas oscilaciones, pero a los ecosistemas costeros les provoca un impacto importante”, alertó Sánchez Cabeza.
El incremento está relacionado con el calentamiento global inducido por el ser humano, que aumenta las temperaturas superficiales del agua de mar en el orbe, detalló.
En el caso de la zona costera de Mazatlán –que es más rápido– podría deberse a diversos factores, como efectos causados por la poca profundidad del líquido, influencia creciente del agua superficial tropical más cálida transportada por la corriente costera mexicana y el traslado de aguas más cálidas procedentes del Pacífico Occidental durante los eventos de El Niño.
Sin embargo, “no tenemos una explicación clara; sabemos que los sistemas marinos alrededor del planeta no son homogéneos. No se calienta lo mismo un lugar que otro: en uno puede haber corrientes más frías que en otro, o hay mezcla vertical que trae agua fría y en otros lados no. Ninguno de estos procesos es idéntico en todos los lugares”, comentó.
Sánchez Cabeza detalló que en colaboración con François Colas, del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD, por sus siglas en francés), “estamos desarrollando un modelo numérico, y esperamos que nos dé una respuesta más concreta de la razón de este calentamiento. El hecho es que está ocurriendo. Es una observación de campo con datos duros que nos lleva a sacar dicha conclusión”, añadió el investigador del ICML.
Sánchez Cabeza especificó que el escenario del incremento en siete grados Celsius para 2100, sería el más catastrófico, pues “cuesta trabajo creer que se mantendrá hasta final de siglo porque el aumento es espectacular”. De continuar, es realmente significativo, principalmente para los ecosistemas.
Afectaciones
El especialista en calentamiento global y cambio climático apuntó que es necesario pensar en los organismos de la región, como los peces. Aunque tienen cierto grado de tolerancia a cambios de la temperatura, “muchos no pueden vivir por debajo o por arriba de cierto nivel de temperatura, lo que provoca que aquellos que se pueden mover, migren. Eso ya está ocurriendo desde hace décadas; algunas especies del Atlántico Norte se han desplazado más al norte buscando aguas más frías”.
Con esta tendencia, argumentó, habrá algunas que desaparecerán de manera progresiva por este traslado; el ecosistema se va a transformar. No se pude generalizar, porque depende de cada una; pero, en general, se modificarán, como ocurre en otras partes del mundo.
Explicó que este es el impacto local/regional, pero al calentamiento se sumarán otras situaciones: las aguas cada vez tienen más materia orgánica, lo que provoca que descienda el oxígeno; el aumento en la temperatura del planeta ocasiona que el nivel del mar suba. Esto afecta a las zonas más sensibles: las costeras.
En el caso de la Bahía de Mazatlán serán aguas más contaminadas y pobres de oxígeno, lo que generará problemas para las comunidades pesqueras. Aunque estos cambios son lentos y es difícil percibirlos, la situación se presenta. Las temperaturas cada vez serán más extremas, sentenció Sánchez Cabeza.
Daño permanente
El experto precisó que la subida menor de temperatura también transformaría de manera permanente el ecosistema de la Bahía de Mazatlán, por lo cual es necesario tomar medidas lo más pronto posible para paliar sus efectos.
“Ese escenario es un cálculo en un papel; no decimos que vaya a ocurrir, pero es posible y sería el más catastrófico. Por ejemplo, todos hemos escuchado del blanqueamiento de los corales: cuando hay eventos que suben dos o tres grados la temperatura máxima de las aguas del Caribe, una gran parte de los corales se blanquea, y no todos se recuperan de estos eventos provocados por el calentamiento”, consideró Joan Albert Sánchez.
Dijo que el planeta se calienta sobre todo porque consumimos combustibles fósiles, lo que produce dióxido de carbono y causa lo que conocemos como efecto invernadero. La fuente más importante somos nosotros y nuestros vehículos.
El universitario consideró que es un problema multifactorial. “Los gobiernos deben decidir cómo generan su energía y si se da prioridad a las energías limpias o a los combustibles fósiles. Los gobiernos tienen el papel importantísimo de modular lo que hace la población en una dirección u otra”.
Para el científico, el mensaje principal es que la responsabilidad es de cada uno de nosotros, qué hacemos porque somos muchos y ejercemos una enorme presión sobre el planeta. El cambio que se debe producir es uno cultural en cada persona; tenemos que ser conscientes de que cada acción que realizamos o lo que consumimos, o qué vehículo usamos para transportarnos, contribuye a este impacto.
“Eso se ve a escala local y global: tenemos contaminación, aumento del nivel del mar, destrucción de la zona costera… El daño que le estamos haciendo al planeta es impresionante. Tenemos que empezar a aprender a convivir con él, porque si no, la vida se nos hará muy difícil”, advirtió.