Mediante el Distintivo Ambiental UNAM se busca promover cambios en la infraestructura y en los hábitos de operación.
En México no existen herramientas de evaluación similares.
Incide en seis Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Ciudad de México, 12 de febrero de 2022.-
Mediante el Distintivo Ambiental UNAM esta casa de estudios identifica las áreas de oportunidad para operar de forma cada vez más sostenible, ambiental y socialmente hablando, explicó el subdirector de Proyectos para Comunidades Seguras Sustentables de la Dirección General de Atención a la Comunidad (DGACO), Luis Gutiérrez Padilla.
El ingeniero detalló que desde la versión beta de este programa, hasta la fecha, se han evaluado mil 82 edificios en general, de los cuales 869 son de entidades de la UNAM y 34 de instituciones y organismos externos, como el Complejo Legislativo de San Lázaro (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión).
Asimismo, edificios de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, TELMEX, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Educación Pública, y la Universidad Iberoamericana, campus Santa Fe.
Arquitectónicamente, añadió, el programa ha permitido la renovación y actualización de más de siete mil sitios destinados a aulas, oficinas, bodegas, laboratorios; además de la mejora de más de nueve mil botiquines, extintores, tuberías, radios, etcétera, entre otros dispositivos, en edificios de la UNAM y otros lugares evaluados.
“A través de este instrumento lo que queremos promover es el cambio en la infraestructura y en los hábitos de operación de las entidades, que tienen que ver con reducir su consumo de energía, de agua, generar residuos en menor medida, canalizar la mayoría de ellos a procesos de reciclaje, comprar productos cuyo impacto ambiental sea menor que los convencionales, y con esto hacemos un inventario de equipos y procesos de las entidades en su administración y les proponemos una ruta de trabajo para que apliquen una política estandarizada en todas las entidades en materia de desempeño ambiental”, detalló Gutiérrez Padilla.
El Distintivo se otorga en forma de un certificado similar a un diploma y una placa –parecida a los protocolos de desempeño ambiental– que las diferentes entidades presentan en los espacios y tiene validez de tres años. Para su renovación o realización solo se requiere que las entidades envíen un correo electrónico y lo soliciten.
Inclusión y prevención
Este Distintivo forma parte de las “Soluciones para el Desarrollo Sostenible” que la Universidad de la nación ofrece como opciones para mitigar los problemas económicos, sociales y de desigualdad, así como lograr la inclusión social y productiva de las comunidades.
A partir de estos instrumentos, se busca establecer una política estandarizada en distintas organizaciones que sea útil para la comunidad universitaria y la sociedad, que construya una base sólida, mínima de desempeño en estos temas, y nos permita reflexionar y avanzar más. Este es un esfuerzo que posibilita reorientar los esfuerzos y presupuestos de forma gradual, de acuerdo con las condiciones materiales del país, comentó el experto.
En inclusión, lo que evaluamos es que existan entornos con tolerancia cero a la discriminación, capacitación para el personal, en términos de cómo se desenvuelven frente a personas o grupos vulnerables, que haya acciones para la atención a la violencia de género, respeto a la diversidad cultural, cuidado a quienes pertenecen a comunidades indígenas y a las necesidades sexogenéricas, el reconocimiento de sus identidades, reducir las barreras físicas y sociales que enfrentan las personas con discapacidad, detalló Gutiérrez Padilla.
En materia de prevención, explicó, se trabaja en procurar el libre ejercicio de los derechos humanos; el apoyo a la comunidad en caso de agresiones o ilícitos; capacitación en materia de derechos humanos, género y no discriminación; mejora a los servicios médicos, de nutrición y psicológico; funcionamiento de unidades de protección civil; capacitación en temas de protección civil y primera respuesta, además de protocolos para situaciones de emergencia.
El hecho de que la Distinción abarque los temas ambiental, inclusión y prevención, permite incidir en seis de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (de la Agenda 2030): Agua limpia y saneamiento (disminuye el consumo de agua potable y se optimiza su uso y tratamiento); Energía asequible y no contaminante (se restringe el consumo de energía y se incorporan fuentes renovables); Ciudades y comunidades sostenibles (reduce el impacto ambiental con la efectiva gestión de los recursos en la operación de los inmuebles).
Producción y consumo responsable (incorpora las mejores prácticas de consumo); acción por el clima (gestiona eficazmente los recursos en las edificaciones y tienen desempeño ambiental competente); Alianzas para lograr los objetivos (crear enlaces con instituciones interesadas en evaluarse a través del Distintivo Ambiental UNAM), detalló.
Historia
La primera versión del Distintivo Ambiental UNAM, recordó, surge con la llegada de Mireya Imaz Gispert al Programa Universitario de Medio Ambiente, en 2011, revisando un grupo de 30 escuelas en las que se realizó un diagnóstico en materia de energía, aprovechamiento del agua, manejo de residuos y compras verdes.
El universitario aseveró que en México no existen herramientas de evaluación similares, pues el instrumento genera información eficiente a corto plazo y bajo costo; además, una de sus mayores ventajas, en comparación con los métodos de autodiagnóstico, es que el análisis de los datos se realiza mediante métodos estandarizados y a cargo de personal capacitado; fue diseñado a partir de protocolos internacionales, pero considerando el contexto nacional.
Hoy, las evaluaciones para obtener el Distintivo identifican 480 áreas de oportunidad que se traducen en acciones que permiten a los evaluados mejorar a corto, mediano y largo plazos, explicó.
Gutiérrez Padilla enfatizó que el instrumento es anterior a la Agenda 2030; además, los temas ambientales adquirieron importancia a partir de los años 60 y 70 y las Instituciones de Educación Superior tienen la responsabilidad de formar profesionales que estén atentos a que la sociedad enfrenta una crisis ambiental sin precedentes, y que en el desempeño de su profesión deben actuar en consecuencia. Además, tienen que ser ejemplo de cómo pueden transformarse otras organizaciones y reducir el impacto que generan sus actividades”, destacó el experto.