Ciudad de México, 13 de octubre de 2024.-
Se erigió como el hito inaugural de nuestra existencia política independiente, afirmó Sonia Venegas Álvarez.
La historia no permitirá predecir lo que ocurrirá en el futuro, pero no podemos dejarla soslayada, consideró Juan Luis González Alcántara Carrancá.
Conmemorar el Bicentenario de la Constitución de 1824 nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre su legado y recordar que los desafíos que enfrentaron sus redactores siguen vigentes en numerosos aspectos de la vida política y social de nuestro país, aseveró la directora de la Facultad de Derecho de la UNAM, Sonia Venegas Álvarez.
Durante la celebración en esa entidad académica de la promulgación de la Carta Magna, confió en que los próximos años nos sigan encontrando fortalecidos en nuestro compromiso con el México que todos queremos, uno tal como lo soñaron los constituyentes o, mejor dicho, los compatriotas de 1824.
A su vez, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Luis González Alcántara Carrancá, destacó en su conferencia magistral:
En los momentos en que se habla de los movimientos ocurridos hace dos siglos, el poder reformador se encuentra en un frenesí sin precedentes en los años recientes, aprobando una serie de modificaciones estructurales que prometen transformar radicalmente la manera en que se estructura el poder político de nuestra nación.
Vale la pena preguntarse por qué dedicar este tiempo a estudiar lo que pasó antes, mientras que ocurre tanto en este momento y más allá. Además, un pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla, es necesario rememorar que cada uno de los sucesos que nos ocupa en la actualidad no es más que un eslabón en una cadena que se prolonga hacia el pasado, el presente es consecuencia de nuestro pasado y causa activa de nuestro futuro, consideró.
Como ejemplo de este fenómeno, recordó el catedrático de la FD, el pasado 20 de abril de 2023 el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró una acción de inconstitucionalidad, donde se realizaron modificaciones en relación con la estructura y funcionamiento de la Guardia Nacional, específicamente a su transferencia a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Esto con el argumento de que las reformas impugnadas contravenían el contenido del Artículo 21 constitucional donde se establecía hasta hace poco que las instituciones de seguridad pública serían de carácter civil, disciplinado y profesional; entonces la discusión fue en torno a estos conceptos, realizando un análisis histórico de las instituciones como la Guardia Nacional, desde el primer momento del siglo de vida independiente de nuestro país, hasta las reformas más recientes.
González Alcántara Carrancá agregó: Comenzamos el análisis de las primeras implementaciones de esta figura desde la Constitución de 1824. Las notas más distintivas en el primer siglo de existencia es la consistencia con la que se trazó una delimitación firme entre esas instituciones que, en muchos casos, se implementaban a través de milicias u otros cuerpos de naturaleza local y las fuerzas armadas locales.
Resaltó que la guardia nacional tiene así una larga historia cuando las milicias locales fueron integradas al federalismo mexicano, inspiradas en la Constitución de los Estados Unidos, las cuales estaban conformadas por ciudadanos que tenían por objetivo limitar los abusos del poder que pudieran surgir de un ejército permanente.
Un elemento central en su configuración era su composición civil, lo que la diferenciaba claramente del ejército, y estaba más alineada con la democracia y con la protección de las libertades del pueblo y no contaba con fuero en casos de delitos comunes y civiles, lo que subrayaba su carácter democrático.
El ministro expuso además que, ante los recientes cambios en las reglamentaciones, la historia no nos permitirá predecir lo que ocurrirá en el futuro, pero no podemos dejarla soslayada y esperemos que esto no se deje de lado.
Enfrentaron desafíos colosales
Al proseguir su participación, Sonia Venegas dijo que como un faro radiante la Constitución de 1824 se erigió como el hito inaugural de nuestra existencia política independiente y, a partir de ese momento, se delineó con precisión como el compendio de directrices que habrían de guiar el porvenir de una nación aun en su fragoso nacimiento.
Ante estudiantes y académicos reunidos en el Aula Magna Jacinto Pallares, la abogada explicó que se constituyó en el primer mapa de navegación atendiendo al gran desafío que debía enfrentar la nación en ciernes: la consolidación de una identidad que, después de 300 años de Colonia, anhelaba resurgir con resplandor y dignidad en el escenario mundial.
El documento que certifica este nacimiento se encuentra actualmente en el antiguo Templo de San Pedro y San Pablo, ahora Museo de las Constituciones, donde es posible apreciar los tres grandes estatutos que han regido en nuestro país (1824, 1857 y 1917) y que comparten entre sí elementos que los unen en un entramado histórico, reiteró.
Cada una fue precedida por movimientos armados (Independencia, Revolución de Ayutla y la Revolución mexicana) y enfrentaron desafíos colosales, más allá del proceso de confeccionar un texto que fuera baluarte del orden y justicia social.
Añadió que en el transcurrir del tiempo mexicano las constituciones se erigen como monumentos que atestiguan las grandes cuestiones que laten con fervor en el corazón de nuestra historia: en la de 1824 se despliega el dilema del Federalismo; la de Ayutla abordó la discordia religiosa al proponer la libertad de cultos; y la de 1917 fue un compendio audaz que incorporó un conjunto de preceptos impregnados de una significativa carga social, reflejando las aspiraciones y anhelos de un pueblo que buscaba justicia y equidad.