Ciudad de México, 20 de abril de 2024.-
Urge la ejecución de un programa de reordenamiento ecológico territorial, mejor manejo de residuos sólidos y la aplicación de sistemas agroforestales, como medidas de mitigación, sugirió Armando Sánchez Vargas.
Se realizó el Seminario de los Avances de Investigación 2024, con una sesión especial organizada por el IIEc, en ocasión del Día de la Tierra.
Las constantes variaciones en la temperatura y en las precipitaciones, como consecuencia del calentamiento global, generan efectos adversos sobre el crecimiento económico del país, los cuales se irán agudizando hacia finales del siglo XXI si no se toman medidas urgentes, consideró el director del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Armando Sánchez Vargas.
Durante el Seminario de los Avances de Investigación (SAVI) 2024, en el que el IIEc organizó una sesión especial en ocasión del Día de la Tierra, señaló: las proyecciones de crecimiento económico para México son poco alentadoras, considerando los diferentes escenarios climáticos hasta el año 2100.
Al presentar algunos de los resultados más significativos de su investigación realizada hace dos años -publicados en el libro “Efectos del cambio climático en el crecimiento económico en México”-, refirió que se plantea que el impacto del deterioro ambiental se manifestará con mayor intensidad en algunos estados debido a la heterogeneidad entre regiones, la vulnerabilidad de la población y los niveles de inversión y empleo en cada entidad.
Reiteró que existe una relación histórica entre temperatura, producto interno bruto (PIB) per cápita y tasa de crecimiento, en donde se observa una relación inversa entre los eventos meteorológicos extremos y la actividad económica; es decir, a mayores temperaturas el ingreso per cápita registra menores valores.
“Los fenómenos meteorológicos extremos de temperatura y precipitación están registrando un efecto negativo y estadísticamente significativo en el crecimiento económico y, en consecuencia, en el bienestar de los países y de los individuos”, sostuvo.
Agregó que los impactos del cambio climático son heterogéneos entre las regiones, y las comunidades menos desarrolladas generalmente han sido las más vulnerables ante los embates de los eventos extremos.
Sánchez Vargas indicó que el cambio climático altera de forma negativa al sector primario, el cual tiene una alta dependencia de las condiciones climáticas.
“Todos sabemos que actividades como la agricultura, la ganadería o la pesca están estrechamente asociadas a las temperaturas, que se han convertido un insumo necesario para la producción”, argumentó.
Subrayó que el calentamiento global también tiene impactos negativos en los sectores industrial, comercial y de servicios, aunque en estos casos las consecuencias de los sucesos extremos operan de manera diferente, toda vez que las principales repercusiones tienen que ver con la productividad laboral.
Precisó que utilizando dos metodologías distintas de análisis y comprobación (de panel y de series del tiempo) se pudo establecer que cuando se registra un aumento en la temperatura del 1 por ciento, la reducción en el crecimiento económico nacional se puede ubicar entre -0.77 y -1.76 por ciento.
Lo anterior significa que para el año 2100 la variación de la temperatura podría incidir en la reducción del PIB per cápita del país, entre -1.96 y -2.03 por ciento; de igual forma el cambio en las precipitaciones puede frenar el crecimiento entre -1.03 por ciento y -1.66 para ese mismo periodo, acotó.
Ante las variaciones climáticas que se están presentando a nivel mundial, acotó, es necesario insistir en la importancia de las políticas orientadas a disminuir las emisiones de CO2 a nivel global, con fines de protección ambiental y con la intención de disminuir los impactos negativos en el crecimiento económico, sobre todo para proteger a las poblaciones más vulnerables.
En este contexto, Sánchez Vargas propuso implementar medidas de mitigación, por ejemplo la ejecución de un programa de reordenamiento ecológico territorial, mejor manejo de residuos sólidos a nivel de las ciudades y los estados, impulsar un plan forestal sostenible, aplicar sistemas agroforestales y silvopastoriles, además de rotación de cultivos.
Al hacer uso de la palabra, el profesor investigador de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, Saúl Basurto Hernández, dio a conocer los avances de un estudio sobre los impactos del cambio climático en el sector agropecuario en México y coincidió en advertir que las proyecciones económicas y sociales para los próximos años son más que desfavorables.
Con base en datos de la Organización de las Naciones Unidas se espera que la población se incremente en alrededor de 4 mil millones de personas para el final del siglo, lo que significa una demanda alta de alimentos que actualmente no existe, además de que, según el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, se prevé que la temperatura se incremente entre 1 y hasta 6 grados centígrados en los próximos 30 años, lo cual sería catastrófico.
“En el contexto nacional se estima que en las tierras agrícolas para el final del siglo las temperaturas se incrementen entre 0.5 y 6.2 grados centígrados, algo similar a lo que va a pasar a nivel global”, sostuvo.
A su vez, el académico del IIEc, Jorge Zaragoza Badillo, centró su ponencia en la hipótesis de que la intensa actividad económica y el crecimiento urbano desordenado de la Zona Metropolitana del Valle de México, aunado a la dinámica de la población y la densidad de la industria manufacturera, son las principales causas de la formación de islas de calor.
Se trata de hacer un análisis de las causas a la inversa sobre los efectos de la economía en el cambio climático, de retroalimentación, para determinar cómo esta actividad termina afectando al clima y después este hace lo mismo con ella, dijo.
Durante el encuentro se presentó una serie de investigaciones y reflexiones académicas desde diferentes disciplinas sobre el medio ambiente, el cambio climático y su impacto en la sociedad y la economía, en ocasión de la referida efeméride que se conmemora, a partir de 1970, el 22 de abril.