Unesco otorga reconocimientos de Memoria del Mundo de México a dos acervos bajo resguardo del INAH

Ciudad de México, 26 de febrero de 2024.-

Se trata del fondo “Dirección de Monumentos Prehispánicos (1915-1959)” y del documento “Obediencia e instrucción otorgada a fray Martín de Valencia, 1523”.

Además, se distinguió a 16 acervos más, con los cuales el registro mexicano llegó a 107 inscripciones.

Hace una década, la denuncia por parte de la Junta Vecinal del poblado de Chametla, en el sur de Sinaloa, sobre el hallazgo de urnas funerarias en la Loma del Tecomate, abrió la posibilidad de llevar a cabo una investigación sistemática y multidisciplinaria en torno a un área, la cuenca baja del río Baluarte, de cuyo potencial arqueológico se tenía conocimiento; esos diez años de análisis y estudio continuo se vierten en el libro Chametla ancestral.

Recién salida de la imprenta, esta publicación que reúne los artículos de 14 autores, en su mayoría investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue presentada en el Pabellón de Sinaloa, estado invitado de la 45 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM). Una esmerada edición de la Secretaría de Cultura federal y el Gobierno Estatal, a través de la Secretaría de Educación Pública y Cultura, y el Instituto Sinaloense de Cultura, y la LXIV Legislatura.

En la presentación de la obra, el arqueólogo Joel Santos Ramírez, coordinador de la misma junto con su colega, Luis Alfonso Grave Tirado, y el historiador Gilberto López Castillo, destacó que se trata de un volumen conmemorativo, ya que fue en 2014 cuando comenzaron los trabajos de rescate en dicho predio, y que se intensificarían en los dos años posteriores, gracias a la colaboración de la comunidad de Chametla, organizada por medio de su Junta Vecinal.

Destacó como antecedentes las exploraciones de Isabel Kelly en Chametla que, en su corta temporada, efectuada en 1935, registró montículos de gran tamaño, como el llamado Loma de Ramírez, exploró los lomeríos circundantes, pero lo más importante, propuso –a partir de los tipos cerámicos encontrados– una secuencia ocupacional de la parte baja del río Baluarte, entre 300 d.C. y 1200 d.C., aproximadamente. Pasaron 60 años, hasta que diversos rescates, empezando por el que realizó Rafael Alducín, volvieron a poner en el mapa al “lugar en que se muele o se prepara chía”.

De ahí que el Proyecto Arqueológico Chametla del Centro INAH Sinaloa, constituido por expertos de esta dependencia, y en el que participaron en su momento estudiantes y profesionales de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, represente uno de los más fructíferos para la arqueología del estado.

Uno de los descubrimientos más importantes y constantes en Chametla, dijo, son las llamadas urnas funerarias, las cuales, al igual que entierros directos, se encontraron asociadas a una estructura arquitectónica, lo que pone de relieve la importancia ceremonial de esta zona de Chametla. Al parecer, las ollas corresponden al 200-500 d.C., mientras que los huesos incompletos que contenían pertenecen a hombres y mujeres sin un patrón de edad.

“El contexto arqueológico de Loma del Tecomate indica que los antiguos habitantes de Chametla eran parte de una sociedad con un pensamiento complejo ante el fenómeno de la muerte”, cuya ubicación geográfica y etimológica parece coincidir con la región mítica de los muertos y casa del mezcal, llamada “Chamet” por los o’dam o tepehuanes del sur, explicó.

Por su parte, la coordinadora nacional de Arqueología del INAH, Martha Lorenza López Mestas, comentó que Chametla ancestral, compuesta por 13 capítulos, es una mirada actual a la historia y arqueología del sur de Sinaloa, desde las primeras comunidades asentadas en la región hacia el año 100 a.C., hasta la nación totorame a la que darían origen, tiempo después, la cultura indígena que encontraron los españoles en 1530.

“Es una obra que debe leerse hasta su última página, para entender los diferentes ritmos del desarrollo de los grupos sociales que habitaron el sur de Sinaloa, con sus altos y sus bajos, con sus pausas y disonancias. En cada uno de los capítulos, sus autores cumplen con la encomienda de conservar, difundir y enseñar.

“Se trata de un libro de difusión, en el sentido de que no solo está dirigido a especialistas, sino a un público más amplio, donde el lector encontrará los hallazgos arqueológicos llevados a cabo en la última década, así como las búsquedas en diversos acervos y repositorios documentales que permiten enlazar tiempos y comprender la actualidad de esta zona”, concluyó.

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