Ciudad de México, 6 de febrero de 2024.-
Los enfoques recientes también deben promover el papel de la ciencia en la gobernanza y, sobre todo, en la toma de decisiones informadas, consideró la investigadora y exdirectora del Instituto de Geografía de la UNAM.
En reconocimiento a su sobresaliente labor de investigación en la reducción del riesgo de desastres por deslizamientos de tierra, la investigadora y exdirectora del Instituto de Geografía de la UNAM, Irasema Alcántara Ayala, obtuvo la Medalla Varnes 2023, máximo galardón otorgado por el Consorcio Internacional sobre Deslizamientos de Tierra.
Le fue concedida en la celebración del VI Foro Mundial sobre Deslizamientos de Tierra, celebrado en Florencia, Italia, en noviembre pasado. Durante 20 años que se ha entregado este premio anual, es la segunda ocasión en que la persona recipiendaria es una científica, y también es la primera de Latinoamérica.
En entrevista, la experta universitaria dijo: “es un privilegio recibir esta distinción, pero también es fundamental reconocer que quizá la investigación en materia de deslizamientos no recibe la atención que merece. Todavía observamos una brecha entre la ciencia y la formulación y práctica de políticas, en especial en cuestiones de Gestión Integrada del Riesgo de Desastres”.
Sin embargo, precisó, con la ayuda de los expertos y de las comunidades vulnerables expuestas al impacto potencial de diferentes amenazas, debemos continuar trabajando juntos para fortalecer estos vínculos dentro del ámbito de la toma de decisiones.
La convicción compartida de mejorar las políticas públicas en materia de gestión de riesgos –en particular la referente a riesgo de desastres por deslizamientos de tierra– nos lleva de la mano a afrontar responsabilidades con y para la sociedad, enfatizó Alcántara Ayala.
La profesora de la licenciatura en Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras y de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra de la UNAM mencionó que esta distinción simboliza el reconocimiento a la trayectoria de grupos de personas intrépidas que, con frecuencia, “se meten en el lodo” para poder identificar los factores que controlan los deslizamientos.
“Por eso, hoy solo soy la voz que agradece un estímulo para el progreso de nuestra ciencia enfocada en la inestabilidad de las laderas, trabajando con los riesgos de la incertidumbre, respondiendo a desafíos indiscutibles y buscando un mundo mejor”, aseveró.
Ello implica que, hoy más que nunca, si bien la responsabilidad de la ciencia por el bienestar de la sociedad ha sido reconocida desde hace tiempo, los enfoques recientes también deben promover su papel en la gobernanza, en el establecimiento de prioridades y, sobre todo, en la toma de decisiones informadas. Este es, sin duda, uno de los esfuerzos más significativos de nuestra comunidad científica y tecnológica en la reducción del riesgo de desastres por deslizamientos, abundó.
Construcción del riesgo
Alcántara Ayala explicó que los deslizamientos de tierra son procesos geomorfológicos, técnicamente conocidos como procesos de remoción en masa que involucran el desplazamiento de los materiales formadores de las laderas por efecto de la gravedad. Y ocurren cuando la resistencia de estos -suelos, detritos y rocas- es menor que el esfuerzo al que pueden ser sometidos. Son provocados por la combinación de varios factores relacionados con las características físicas, mecánicas y geoquímicas del suelo y de las rocas, la geología, el clima, la dinámica atmosférica y las actividades antropogénicas.
Cada año en el mundo ocasionan pérdidas de vidas, heridos, desaparecidos, migraciones y devastación sustancial a los ecosistemas y a las comunidades en términos de efectos en la economía, medios de vida e infraestructura. Para evaluar el riesgo es necesario comprender la dinámica de los factores que los controlan y conocer la vulnerabilidad y niveles de exposición de las comunidades, puntualizó.
En México, los sucesos desencadenados por deslizamientos de tierra ocurren especialmente en la época de lluvias, como resultado de precipitaciones intensas o acumuladas por varios días en zonas susceptibles. Entidades como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Baja California, Veracruz y la Zona Metropolitana de la Ciudad de México son de las más afectadas.
Ello se vincula con los factores que controlan físicamente la estabilidad del suelo, y también con la construcción del riesgo a partir de acciones, decisiones, prácticas y formas de desarrollo no sustentables de las sociedades en el territorio.
El impacto adverso de los deslizamientos de tierra en la población seguirá aumentando en los próximos años como resultado del crecimiento demográfico, urbanización y presiones sobre el uso de la tierra y otros recursos, así como por la acelerada degradación ambiental, desigualdades sociales y el impacto del cambio climático, subrayó la también profesora de posgrado en Geografía.