Jorge Luis Abejez, investigador de la Universidad de Barcelona, consideró que los estudios históricos, médicos y epidemiológicos sobre la pandemia que estalló en la primavera de 1918 son fundamentales para establecer parámetros comparativos, medidas de prevención y control, y para definir el peor escenario posible, lo que permite hacer un cálculo de los recursos necesarios
“Los políticos no quieren entender que la salud pública no es sólo una cuestión sanitaria, sino sistémica y multifactorial, cuyas causas y aspectos se retroalimentan y están intrínsecamente ligados a las desigualdades sociales”
Xalapa, Veracruz, 14 de octubre de 2021(www.uv.mx).-
Durante su participación en la Cátedra de Excelencia “Ruy Pérez Tamayo”, Jorge Luis Abejez García, investigador de la Universidad de Barcelona, declaró que el olvido político es el origen de la pandemia actual, pues las decisiones políticas han marcado la agenda sanitaria mucho más que las científicas y las necesidades sociales.
El arqueólogo e historiador especializado en historia de América y África, impartió este miércoles la conferencia “Desafíos de la humanidad ante los virus. Los tres olvidos de la pandemia de 1918 y la pandemia por Covid-19”, a lado de su homóloga Silvia María Méndez Main, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV).
Los investigadores e historiadores expusieron que el olvido científico, social y político de la pandemia de 1918 vulneró a la humanidad de esa época.
Es decir, la pandemia de hace un siglo se ha mostrado como un hecho histórico sin ninguna relación con el presente, nunca se reflexionó sobre el riesgo y efectos de sufrir otra eventualidad sanitaria, se contempló como algo muy alejado con la realidad del siglo XXI.
Jorge Luis Abejez consideró que los estudios históricos, médicos y epidemiológicos sobre la pandemia que estalló en la primavera de 1918 son fundamentales para establecer parámetros comparativos, medidas de prevención y control, y para definir el peor escenario posible, lo que permite hacer un cálculo de los recursos necesarios.
Sin embargo, dichos análisis no han servido para afrontar la actual crisis, al contrario, se han ignorado, a excepción de algunos países asiáticos que aplicaron medidas de contención. Esto, a diferencia de naciones occidentales, cuya superioridad tecnológica e ideológica hizo que minusvaloraran la enfermedad, despreciaran la experiencia asiática y se olvidaran de las lecciones de 1918.
A menudo, dijo, pareciera que la política es ajena a la realidad, ya que hace un siglo este sistema tenía otras prioridades por encima de la salud.
Tan sólo en México, a mediados de octubre de ese año, mientras la enfermedad asolaba a la población y el saldo de muertos era alarmante, los congresistas estaban más preocupados por sus disputas políticas.
Sucedió que la pandemia fue ignorada, cuando negar lo evidente nunca ha sido buena opción, por lo que nunca se sabrá cuántas víctimas murieron por ese bloqueo informativo de 1918.
En la actualidad, los políticos han olvidado esa gran lección e ignoran a los profesionales que basan sus recomendaciones, en gran medida, en la experiencia previa.
Por ejemplo, en ese entonces, al no contar con antibióticos y mucho menos con una vacuna, pues duró casi 30 años en producirse, la aplicación rápida y contundente de intervenciones no farmacológicas fue clave para evitar la propagación de la enfermedad y limitar el número de contagios, aseveró Abejez García.
“Hoy, como en aquella época, se han emitido las mismas medidas, pero al disponer en poco menos de un año de una vacuna, las recomendaciones han empezado a relajarse a un ritmo preocupante, pues se asume que habrá nuevas olas de contagios.”
El investigador, quien colabora en diversos proyectos tanto en América como en Europa, puntualizó que tal y como alertaron los científicos, una pandemia no sólo era previsible, sino inevitable.
No obstante, los políticos ignoraron esta amenaza y con la excusa de la crisis económica de 2009, muchos países aplicaron medidas económicas de austeridad que se materializaron en recortes en los sistemas públicos de salud, de protección social y privatización de servicios asistenciales, lo cual ha traído consecuencias dramáticas en el elevado número de defunciones.
“Los políticos no quieren entender que la salud pública no es sólo una cuestión sanitaria, sino sistémica y multifactorial, cuyas causas y aspectos se retroalimentan y están intrínsecamente ligados a las desigualdades sociales.”
Por tanto, la desigualdad social, aún más que lo estrictamente biológico, es lo que determina el impacto de las enfermedades en la salud de la población o en un sector de la misma, y las epidemias sólo evidencian o amplifican las contradicciones, conflictos y tensiones sociales.
En este sentido, el desarrollo de políticas sociales de carácter preventivo es el medio más eficaz para evitarlo.
Por su parte, Silvia María Méndez, doctora en Historia y Estudios Regionales y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), subrayó que a pesar de que los científicos alertaron desde hace dos décadas del riesgo de sufrir una pandemia global y mortal, tampoco se atendieron las advertencias y las lecciones de 1918.
Asimismo, la ciencia ha olvidado otra lección del siglo pasado: el sufrimiento psicológico e incremento de trastornos mentales.
Comentó que hoy en día, las medidas de confinamiento y aislamiento han impedido confortar a los enfermos y vivir el duelo a las familias.
“Las secuelas psicológicas de este trauma afloran y debemos ser conscientes de ello, millones de personas requerirán tratamiento, lo cual significa un enorme reto que habrá de afrontarse lo más pronto posible.”
Desde el punto social, científico y político, olvidar lo que significó aquella tragedia, o simplemente desconocer esa historia o las experiencias que de ellas se desprenden, nos han hecho más vulnerables para afrontar la actual pandemia, agregó.
Ante la advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019, en el sentido de que el mundo no estaba preparado, planteó que para enfrentar una nueva pandemia es necesario un sólido sistema público de salud, pues es la única alternativa para la mayoría de la población.
“En 1918, la salud pública era incipiente y las escasas infraestructuras sanitarias estaban afectadas por las guerras; en 2020, aunque se conocía la amenaza, largos años de política de austeridad han socavado la capacidad de respuesta”, expresó.