Mérida, Yucatán, 23 de diciembre de 2023.-
Por: Ing. Alfonso A. González Fernández.
Consejo Mundial de Ingenieros Civiles (WCCE)
Past President
ingenieroalfonsogonzale@gmail.com
@alfonsoengineer
“Cuando no gusta el mensaje se mata al mensajero”
Hay personas que ponen mala cara y prenden en cólera cual mala enfermedad epidémica, cuando reciben malas noticias, enfadándose con la persona que se las hace llegar.
Sería el equivalente del que quien da la mala noticia, fuera el responsable de lo que está sucediendo.
Generalmente, suelen ser personas antipáticas y tramposas independientemente de su altura, con las que es difícil trabajar y menos hacer sinergia por todo lo que esconden.
A lo largo de mi vida he conocido a algunas, pocas afortunadamente, pero algunas.
Patria potestad.
Esas actitudes provocan sorpresa inicial y hasta intentan hacerte sentir mal, pues prácticamente te responsabilizan y hasta atribuyen la patria potestad de lo que se les participa.
Con ello pretenden cargarte la responsabilidad de lo que está pasando, cuando en realidad lo único que se está haciendo, es llevar un recado.
Aquí bien vale aplicar el famoso y duro refrán anglosajón que da pie al título del presente ensayo:
“When you don’t like the message, then kill the messenger”
(cuando no gusta el mensaje, entonces se mata al mensajero)
Lo curioso de esta situación, es que, aun matando al mensajero, la noticia no cambia.
Por ello, esta actitud suele darse y definir a personas poco o nada “inteligentes” las que inclusive podríamos calificar como siniestras.
Liderazgos íntegros.
Un buen líder, directivo, o autoridad, debe agradecer que primeramente a él se le den las malas noticias, dicho de otro modo, de manera oportuna.
De esa forma podrá determinar la solución ante los primeros síntomas, lo que invariablemente resulta ser cuando es más viable solucionar las cosas.
Concluyendo, todos aquellos que evitan hacer frente al oprobio de la opacidad, corrupción, impunidad y arreglos bajo la mesa en el campo de la industria de la construcción, ya sea omitiendo, evitando, escondiendo o distrayendo, lo único que hacen es atizar todo lo anterior.
Nuestra obligación primero como ciudadanos y como profesionistas responsables y comprometidos, es la de exponer y exigir que se analice y exponga abiertamente, no sin antes investigar, documentar, corroborar y proceder de acuerdo a las leyes.
De esa manera evitaremos denostar sin base y desatar una cacería de brujas.
Por eso, los líderes siempre y en todo momento, deben agradecer las advertencias, a fin de aplicarse como corresponde y sobre todo con diligencia, tratándose de quien sea.
La analogía del recurso que utiliza un animal como el avestruz, que esconde la cabeza para evitar ser descubierta, no es el método para resolver los problemas.
Aquí no hay de dos sopas como se pregona, como tampoco esconder o amedrentar a quienes advierten de esta problemática, sino que se tiene ante nosotros la oportunidad de tomar al toro por los cuernos.
Desterremos la amenaza del legendario Sursuncorda (o el “tucho” como decimos localmente) y no nos acobardemos.
Es momento de poner manos a la obra, sin miedo y a pesar de las amenazas y descalificativos de quienes utilizan cualquier recurso para matar al mensajero.
Sus obscuros procedimientos, deben ser expuestos para que todos conozcan sus métodos y trampas que les han permitido continuar pastoreando impunemente con las alforjas llenas.
Corolario:
“Esconderse y descalificar, jamás ha solucionado un problema”