En México, siete de cada diez vasos que bebemos proviene del agua subterránea: Dora Carreón Freire.
La gestión del subsuelo, entre los temas fundamentales para la sustentabilidad y viabilidad de las sociedades contemporáneas, señaló Naxhelli Ruiz Rivera.
La investigación puede ayudar a tomadores de decisiones sobre estrategias de mitigación y planeación territorial: Lucia Capra Pedol.
Martín Cárdenas Soto detalló cómo el uso de métodos de ruido sísmico ayuda a caracterizar el subsuelo.
En la CDMX se requiere apoyo legislativo para atender el problema de la subsidencia del suelo: Clara Brugada Molina.
Ciudad de México, 13 de octubre de 2021.-
La comunidad científica debe continuar con el monitoreo de las deformaciones del suelo en superficie y en el subsuelo, además de ayudar a impulsar políticas públicas que utilicen ese conocimiento y lo transformen en acciones de prevención y planeación en beneficio de la sociedad, consideró Dora Celia Carreón Freire, investigadora del Centro de Geociencias UNAM.
La organizadora del “Segundo Foro Nacional de las Geociencias”, que en esta ocasión tuvo como tema principal “Subsidencia del terreno en México, hacia una visión integral”, destacó: mediante el trabajo conjunto con tomadores de decisiones es posible impulsar que el conocimiento sea integrado en las políticas públicas, en reglamentos de construcción, planes de desarrollo urbano y en la modificación de la Ley de Aguas.
Carreón Freire reflexionó: “El paradigma de la gestión del agua subterránea radica en que no es posible seguir extrayendo agua del subsuelo de manera indiscriminada, la urbanización sin planeación, se impermeabilizan las zonas de recarga y se incrementa la concentración de agua urbana. Entonces no podemos seguir apostando a extraer cada vez más agua del subsuelo. Debemos cambiar de mentalidad y tener un nuevo concepto de gestión de agua”.
La investigadora, también miembro de la Iniciativa Internacional de Subsidencia del Terreno de la UNESCO (LASII, por sus siglas en inglés), recalcó que es a través de políticas públicas como se puede implementar acciones. Los investigadores pueden elaborar el mejor estudio técnico y los políticos tener la mejor voluntad, pero sin una ley o norma que mande que se tienen que usar los estudios, el esfuerzo se lo lleva el viento.
La especialista del Laboratorio de Mecánica de Geosistemas recordó que a partir de 2012 la mayoría de las personas viven en zonas urbanas, y se extrae sin medida el agua subterránea para que las ciudades crezcan. Sin embargo, el agua dulce es poca, toda vez que representa solo tres por ciento del líquido en la Tierra; de ella dos por ciento está en ríos, 11 por ciento en pantanos y 87 por ciento en lagos. Es decir, siete de cada diez vasos que bebemos proviene del agua subterránea en México.
Reportes de la Comisión Nacional del Agua indican que las cuencas del noroeste y el sistema Lerma-Chapala son de las que tienen mayor estrés hídrico en México, que se mide generalmente en porcentajes. Sin embargo, la cuenca del Valle de México tiene uno de los más altos que hay en el mundo, con 139 por ciento.
En su charla “Paradigma de la gestión del agua subterránea en México: la subsidencia vs el crecimiento de áreas urbanas”, apuntó que a pesar de que la mayor parte del consumo del agua subterránea es para la agricultura (76 por ciento), el abastecimiento público es menor (15 por ciento), el dedicado a la energía eléctrica es de cinco por ciento y la industria ocupa el cuatro por ciento; es decir, estamos cambiando de ser un país de población rural a netamente urbana.
Ejemplos de las afectaciones a la población, precisó, se aprecian en la Ciudad de México, Querétaro, Celaya, Toluca, Abasolo, Morelia y Salamanca, entre otras urbes, por lo que es necesario realizar estudios de estatigrafía superficial y cartografía en áreas afectadas por hundimientos y fracturas para la planeación de infraestructura urbana.
Experiencias
A su vez, la directora del Centro de Geociencias, Lucia Capra Pedol, reconoció que el encuentro permite “conocer los avances acerca de la investigación nacional e internacional en la materia, así como conversar con tomadores de decisiones sobre estrategias de mitigación que van desde la difusión del conocimiento del fenómeno a la sociedad en general, así como la planeación territorial y medidas de supervisión”.
El Foro, dijo, se enmarca en las actividades del Seminario Universitario de Riesgos Socioambientales de la UNAM y el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres que se celebra hoy 13 de octubre.
Al hacer uso de la palabra, la coordinadora del Seminario Universitario de Riesgos Socioambientales de la UNAM, Naxhelli Ruiz Rivera, precisó que pocos temas son relevantes para la sustentabilidad y viabilidad de las sociedades contemporáneas como la gestión del subsuelo, la subsidencia, la sustentabilidad hídrica, la respuesta sísmica y la integridad de la infraestructura urbana.
Durante el encuentro, el experto de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, Martín Cárdenas Soto, detalló cómo el uso de métodos de ruido sísmico ayuda a los especialistas a caracterizar el subsuelo, especialmente para conocer zonas potenciales de peligro asociado a la subsidencia del subsuelo.
“En este trabajo aplicamos algunos de esos métodos para caracterizar las propiedades elásticas del subsuelo en sitios de transición y lomas de la Ciudad de México. Mostramos las ventajas de la Interferometría Sísmica para identificar las variaciones laterales de la velocidad de corte, así como la presencia de discontinuidades asociadas a cavidades o estructuras antropogénicas”, comentó.
En tanto, la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Marina Brugada Molina, reconoció que en esta demarcación existe un problema debido al fenómeno de subsidencia.
Recientemente, el gobierno de esta alcaldía inició el programa denominado Acupuntura Urbana para la Mitigación de Grietas, cuyo objetivo es atender las dos mil 400 que se registran en vía pública, así como el equipamiento urbano. Hasta el momento se ha mitigado 75 por ciento, iniciativa llevada a cabo entre la academia, el gobierno local, el Centro de Geociencias y el Instituto de Ingeniería de la UNAM.